Era un viejo desgastado por los años. Había tenido suerte en la vida y cuando se vio liberado de las cadenas de lo social, lo rutinario y lo del trabajo ya fue pasado por fin pudo descansar pues ya no le ataba nada. El no necesitaba ninguna de esas malditas cosas ruidosas que hacían tan feliz al resto del mundo. El no necesitaba ropa vistosa ni joyas ni un coche ni si quiera televisión ya que la consideraba una distracción innecesaria. Pensar en la paz que le otorgaba su vida ahora era todo, más que suficiente, su entretenimiento era la contemplación, vivir tenía mas sentido que nunca. Escuchar los arboles y mirar las nubes es lo que había añorado tantos años. Silencio.